Por Javier ARISTU
Tras el asunto de la detención y posterior inculpación por la jueza Alaya de varios sindicalistas de UGT y CC.OO en relación con la gestión de determinados EREs se ha levantado una buena polvareda. Ha llamado la atención por encima de todas las cosas la concentración de unos centenares de sindicalistas a las puertas del juzgado de Sevilla y los gritos que estos de forma intermitente dieron. Al día siguiente la prensa atizó lo suyo a los sindicatos, deformando en bastantes párrafos de sus informaciones el significado de aquella concentración; muchos comentaristas profesionales de prensa (de los volontairs y aficionados no hablo) vieron en ese gesto el acoso a la independencia del poder judicial —nada menos— y lo que había sido una concentración en apoyo de unos detenidos pasó a ser, según estos afamados defensores de la libertad de prensa, un ataque al estado de derecho.
Uno…
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