Cada fin de año hacemos balance y expresamos buenos deseos para el siguiente. Como si cada periodo fuera independiente de los anteriores, naciera y muriese en si mismo sin, además, tener nada que ver con el siguiente.
El balance, tremendo, es el de cómo las decisiones de los “de arriba”, nos ha afectado a la gran mayoría, los “de abajo”.
Dice el Presidente Rajoy que la crisis se acaba. Pero más allá de las escasas tasas de crecimiento económico global, la propaganda oficial ni puede ocultar las grandes incertidumbres de la economía, ni matizar la gravedad de la situación que en las personas está generando su gestión.
En este año que se va han continuado con la demolición de elementos fundamentales para la vida digna de las personas. Y, muy grave, están acabando con la ilusión de muchas gentes de dejar un mundo mejor para sus hijos e hijas. Y también con la esperanza de futuro de estos jóvenes.
Es posible que muchos de los que viven plácidamente en una burbuja económica, no acaben de percibir la dureza de lo que supone tener que tragar con empleos basura, en los que las exigencias empresariales multiplican por mucho el valor la remuneración que dan a cambio. En ocasiones no llega ni para mal vivir.
No parecen entender lo que supone el inicio de cada día sin trabajo, con la protección por desempleo agotada o con fecha de caducidad y sin esperanza de encontrar un trabajo para aliviar la situación. El aumento de la pobreza, para ellos, será un dato estadístico más, al que no le pondrán rostro de mujer, ni de niño, ni de hombre ni de abuelo.
Nada cambiará si las prácticas políticas siguen siendo las mismas. Y el reparto de la riqueza, la justicia social, nunca se conceden, siempre se arrancan.
Por eso, esperar a que “venga”, por si mismo, un año mejor, no es más que una ilusión. Será mejor sguir manos a la obra, para que en 2015 los trabajadores y las capas más vulnerables de la sociedad, seamos capaces de influir más para que las cosas cambien.
Feliz y combativo 2015.
El Blog de Julián Buey 